viernes, 23 de marzo de 2012

EL STRESS DE UN CHIP

EL STRESS DE UN CHIP

Escrito en la oscuridad de un observatory computers

Cansado de trabajos rigurosos, de equilibrios sincronizados para no dañar el encapsulado de su engranaje, sintiendo que perdía el rendimiento concreto, Core 2, resolvió pedirle a su programador permiso para salir de la pantalla. Quiso que lo dejara andar por parajes no virtuales, mezclarse los libros, conocer el mundo humano, y saber de que se reía la gente.

Entonces, el programador, después de pensarlo le dio vida propia, hizo un hombre cibernético, constituido entre humano y máquina, lo dotó para el alto rendimiento, máxima velocidad, lo concibió más productivo, eficaz y de acción inmediata.

Aun cuando ya estaba fuera de pantalla, moviéndose en el campo humano, sacudiendo libros anticuados, no podía interpretar las causas o motivos de la risa. Respirando el aire contaminado, no virtual, se sintió desolado y triste viendo que el tiempo de permiso se agotaba, dijo entonces a su programador. —este espacio cibernético tampoco me gusta, es muy agitado, desigual, violento y prevenido. Dame una pausa mas, para saborear los momentos, para sacarle gusto a cada cosa y ver si en esa degustación puedo sentirme feliz, por una vez—.

Muy enojado el programador de la Tarsoft, sin mediar palabra, lo tomó entre su pulgar e índice y lo metió de nuevo al ordenador por no haberse adecuado a la unificación de criterios del homo cibernéticus. —Que problema, —se decía el programador —, ya se contagió de descontento, como si no supiera que es un hibrido. Tal vez, sea mejor cambiarlo antes que convoque a los demás a una huelga—.

Mientras, el programador resolvía por quien cambiarlo, Core 2, de nuevo empantallado, llevaba consigo aire no virtual y sus ojos y oídos habían palpado la desobediencia civil, que surge del (Stress) strés en unos, que se las gozaban todas, porque hasta el desarraigo y el cansancio, tomaba fotos y videos, hacían cuentas, escribían poemas, relataban cuentos, montaba libretos e incluso hacían su autobiografía, Core 2, había encontrado en esta sinrazón un globo hinchado de quejas prospectivas, y sin querer el pobre, introdujo un virus invaluable al cerebro electrónico por donde navegaba de nuevo.

Con este fatal aporte para unos y no muy bueno para otros, dañó el acelerado agite de los sistemas, a los que en vez de rapidez, productividad y eficacia, les inoculó el sabor de la risa, el calor del abrazo y las sensaciones que producen los besos, todos dotados de sentido. Les inculcó el derecho al descanso y la protesta a las horas extras; generando así algo ignorado por los cibernautas, les inoculó el invacunable calor humano. Entonces Tarsoft, tuvo que cambiar el sistema.

3 comentarios:

  1. En cualquier momento puede ser real, Rosaura..

    Un abrazo a través del océano.

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  2. Carmen, es que la tecnología la creamos, le damos vidas y por supuesto, podemos llenarla de sentimientos. Gracias por tu comentario.

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  3. Gracias. Un beso de este desobediente civil.

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Gracias por sus comentarios