miércoles, 21 de septiembre de 2011

LA MARCHA DEL TIEMPO

Los afanes de los hombres, ¿serán consecuencia de los instantes?

Que es el tiempo en un instante? Nada diferente al tráfico intermitente de acciones atomizadas. Al montículo de secuencias tejidas que visten la cotidianidad. Al desprendimiento del presente inmediato y a la aproximación del futuro inmediato, repetía, aquello aprendido de diversos textos. Más bien, sentía curiosidad por aquel inverso [qué es un instante en el tiempo]. Todo fue muy curioso, en un día de descanso, mientras tendida boca abajo y protegida por el ramaje pudoroso de un sauce llorón, alimentado como en un oasis por las aguas lluvias estancadas artificiosamente, sometía entre mi pecho y mi sombra el pensamiento de Stephen Hawking, en “la Historia del tiempo”. En algo comencé a ponerme de acuerdo con el autor, pensé. El hecho de no requerirme ser erudita en matemáticas ni para medir el tiempo ni el espacio. Y así se lo hice saber, manifestando mi aprobación con ligeros golpecitos sobre las líneas leídas como para que Stephen, sintiera el vaivén de mi cabeza confirmando la aprobación.

Como no soy asidua matemática ni científica, sentí conmoción jubilosa por aquello que la sabiduría me ha otorgado con la praxis en estos asuntos. Que mejor recreo y disfrute que la compañía de éste ejemplar hombre, quien había permanecido atado a una silla mecánica la mayor parte de su vida y además, distante por un periodo de tiempo de la interrelación comunicativa voz a voz con sus interlocutores. Como era de esperarse surgieron en mí, interrogantes: ¿Qué hace un hombre con su tiempo, estando anclado a una silla mecánica y sin el poder del habla? ¿Cómo vive el día a día? ¿Cómo lo sorprenden los instantes?

A manera de introducción leía casi deletreando “Nos movemos en nuestro ambiente diario sin entender casi nada acerca del mundo” y “cómo es que si hubo caos antes, existe, aparentemente, orden hoy, y, en definitiva, por qué hay un universo”.

Por supuesto tenía el hombre, toda la razón. Mi propio entorno formado por individuos de un sinnúmero de profesiones y altos estudios, dan a las tertulias la altura casi de cumbres borrascosas, afinando verdades desde sus criterios sobre todo el andamiaje del universo y que por regla general termina las reuniones con un:- “ después continuamos porque esto se hace muy interesante”-. Entonces llegué a un punto clave del texto, después que Stephen expone, analiza y concluye las teorías acerca de universo: de Aristóteles, Copérnico, Galileo Galilei, Newton, Kleper, Dios y Darwin, reduce todo de una manera tan maravillosamente sencilla como que frente a preguntas de hijos y estudiantes sobre la misma creación a la que dice él, se elude, o se recurre a una recogida de hombros, o se expone desde la fe. No es que mi amigo, con quien compartí la tarde de sábado, censure estas actitudes, no, quiere demostrar a sus lectores, como lo hiciera en Harvard, -la limitaciones del entendimiento humano-. Lo cierto de todo es que si la filosofía surge de la física, eso explica la razón de ser, y recordaba, una bonita discusión de seminario con mi apreciado maestro de literatura sobre la poesía, cuando enfatizaba que la filosofía no puede ser hija de la poesía, precisamente por lo inmaterial e innagotable.

Stephen me llevaba por el cosmos, por los agujeros negros que al parecer no son tan negros, según él, por el encantamiento de las estrellas que juegan entre si y llegan al mar para que sean pescadas por los niños o por los soñadores.

Esa medición de tiempo-espacio o espacio-tiempo, con agujeros, estrellas y sol, rotaciones y demás que participan en el juego de los científicos para descubrirlo y explorarlo todos, me sintonizan de nuevo en la pregunta ¿Qué es el tiempo en un instante?, no hacerlo implica dejar de lado el aterrizaje a mi propio planeta.

Consolidadas discusiones, sobre el tema del universo, como tesis entre lo infinito y lo finito son la otra partida de ajedrez, para determinar si el universo viene de un caos o surgió del Bing bang, es decir como “una gran explosión o expresión primordial, en que el universo era infinitésimamente pequeño e infinitamente denso”, y del otro lado el contendor metafísico y teológico, en el que según, se creía el universo era estático; para hablar entonces de los días de la creación, y en él, el espacio-tiempo de los instantes en que esta, se fue haciendo.

En una pausa, mientras le correspondía la mirada a un pájaro travieso, recordé al maestro yogui que pide cerrar los ojos mientras se pronuncia el Om como la primera vibración del sonido y éste a su vez es la vibración de lo absoluto, para entrar en concentración y luego dar lugar a la meditación. Lo cierto es que en este ir y venir se puede pasar por lapsos de más de una hora en los principiantes o en mas, para los yoguis, escuchando como se hacen ligeras burbujas de sonidos entre garganta y oídos, el tiempo pasa sin que se perciba, mientras la posición de loto no nos incomode, o el ambiente del espacio. Entonces el conjunto de instantes se mezclan con el ritual de sonidos y nos hacemos a nosotros mismos. Aquí sí creo diferir con Stephen, pues para los yoquis en práctica, el tiempo es absoluto y las reglas de un tiempo por la relatividad no se aplican.
¿Alguien ha visto a un auténtico yogui exhibiendo un reloj?

¿Quién habló pues, de medir el tiempo? Según Stephen aquellos que de manera individual tienen interés por medirlo, al parecer esto originó la invención del reloj. Entre más apurados estuvieran por una producción, mas dividían y subdividían el tiempo impreso en los relojes. Quizás de ahí nacieron los instantes y los afanes del hombre.

Casualmente ese sábado no llevaba conmigo ni reloj, ni móvil y mientras me entretenía con esta complejidad de texto, de rato en rato escuchaba las pulsaciones de los corazones de mis perros que venían de visita después de hacer sus carreras de dominio, y observaba a la vez, los jadeos babosos de sus lenguas en explícitos instantes de tiempo, oscurecía y comenzaba a sentir frío. Entonces pude explicarme mejor aquello que, los instantes hacen las horas que son hijas del tiempo.


Rosaura Mestizo Mayorga

2 comentarios:

  1. Buena narrativa, es un placer pasar a leerte.
    feliz fin de semana.

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  2. Hola Ricardo: Gracias por tu comentario y por tocar esta puerta.

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Gracias por sus comentarios